Luego de que una pandemia golpeara el mundo a finales del año 2019 y durante más de dos años, para el 2022 la recuperación económica era un tema que ya se vivía, llegando a especularse que, en el año actual, todo podría volver a la normalidad. Sin embargo, las constantes tensiones que se están presentando actualmente entre Rusia y Ucrania han causado afectaciones en los precios de varios insumos indispensables para la humanidad como el gas, la electricidad y el combustible.
Desde el pasado 24 de febrero cuando las tropas rusas comenzaron su invasión a las principales ciudades ucranianas, el precio del petróleo alcanzó su máximo valor por primera vez en siete años, debido al constante temor de que exista una crisis y esto lleve a una interrupción del suministro de combustibles a nivel global. Un referente internacional como el barril de Brent llegó a los US $100,04. A esto se suma que países como Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea han sancionado fuertemente a Rusia lo que eventualmente ha afectado el suministro de crudo proveniente de este país.
Una de las principales sanciones que se podrían aplicar, es la imposibilidad de que países o empresas realicen compras de petróleo a grandes exponentes como Gazprom y Rosneft, los gigantes energéticos rusos, teniendo en cuenta que Rusia es el segundo país exportador de combustibles después de Arabia Saudita en el mundo.
Para muchos países de Latino América, hoy en día continúa siendo un reto llegar a una estabilidad económica similar a la de los niveles pre-pandémicos. Ahora bien, muchos de estos mismos países ya están percibiendo que sus expectativas de reactivación y crecimiento económico se han afectado debido al actual conflicto armado europeo.
Aunque muchos creen que el alza de los precios del petróleo podría beneficiar a los principales productores y exportadores de Latinoamérica, la verdad es que no tendría ningún tipo de provecho para las actividades que estos desarrollan.
Ya que, según Ixchel Castro, gerente para Latinoamérica de Petróleos y Mercados de Refinación de la Consultora Wood-Mackenzie, para el portal de noticias español BBC afirmó que: «Un mayor precio en el petróleo va a tener implicancias tanto del lado de la oferta como de la demanda. Existen envíos muy limitados de crudo ruso a la región latinoamericana, pero evidentemente cualquier disrupción en la oferta global tiene impacto en el resto de los crudos».
Es importante tener en cuenta que muchos de los principales productores de América Latina no tienen la capacidad de refinación para atender todas las demandas locales de sus países, por lo tanto, en muchos casos se ven obligados a importar combustibles de países como Estados Unidos, un ejemplo muy claro es México, que tiene la capacidad de obtener crudo, pero que aún no es capaz de abastecer energéticamente toda la demanda; Porque, aunque no es positivo tener un precio muy bajo del petróleo cuando asciende por arriba de los US$80 el barril, es un problema muy grande por la inflación de precios para el consumidor que se genera. Indica Fernando Valle analista senior de petróleo y gas de Bloomberg Intelligence en Nueva York.
Seguramente, en un corto plazo, los precios del petróleo no benefician en gran medida a Latinoamérica, sin embargo, existe una gran posibilidad de beneficiarse de otras formas. Según Ixchel Castro “el hecho de que hoy haya precios cercanos a los US$100 por barril es un reconocimiento de que al mundo le sigue haciendo falta crudo.”
Esta es la ventaja en la que podría incursionar América Latina, ya que, de acuerdo a las estadísticas actuales en cuanto a crecimiento de oferta de crudo a nivel global, en esta parte del mundo hay muchas más posibilidades de expansión en las próximas dos décadas.
Así de esta manera en cuanto a producción de hidrocarburos se trata, los países latinoamericanos deben actualizar las posibilidades de generar nuevos yacimientos y planes de obtención de petróleo, para posicionarse como principales países de exportación.
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